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Domingo II de Pascua De la Resurrección del Señor

Los fieles […], participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella. Y así, sea por la oblación o sea por la sagrada comunión, todos tienen en la celebración litúrgica una parte propia, no confusamente, sino cada…

Sursum corda – No podemos callar lo que hemos visto y oído

Reflexión para el Sábado de la Octava de Pascua Al concluir esta Octava de Pascua, la liturgia nos sitúa frente a una gran tensión: el anuncio del Evangelio, por un lado, y la resistencia del mundo a escucharlo, por el otro. Pero lo que destaca con fuerza en las lecturas es la determinación de los…

Sursum corda – Reconocer al Señor en lo cotidiano

Reflexión para el Viernes de la Octava de Pascua “El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza” (Sal 77,53). Esta antífona pascual nos sitúa en el corazón del misterio: la Pascua es liberación, pero también plenitud. Dios no solo nos saca de la esclavitud, sino que nos colma de esperanza. Una esperanza…

Sursum corda – Corazones que arden, pasos que caminan

Reflexión para el Miércoles de la Octava de Pascua “Vengan, benditos de mi Padre…” (Mt 25, 34). Esta antífona de entrada no es una promesa lejana, sino una invitación que se vuelve actual en cada Eucaristía. Porque en la Pascua, el Reino preparado “desde la creación del mundo” se nos acerca en Cristo resucitado, quien…

Sursum corda – Lunes de la octava de Pascua.

Celebrante: Sursum corda (“Levantemos el corazón”)
Asamblea: Habemus ad Dominum (“Los tenemos levantados hacia el Señor”).

Es una fórmula de diálogo litúrgico que introduce la acción más sagrada: el sacrificio eucarístico.

Este breve intercambio marca un cambio de nivel espiritual en la misa: la comunidad es llamada a elevar el alma desde lo terrenal hacia lo divino.

El corazón representa en la Biblia el centro del ser, la sede de la inteligencia, la voluntad, el afecto y la fe.

San Agustín decía que levantar el corazón es “alejarlo de las cosas terrenas y elevarlo a las cosas celestiales”.

Sursum corda prepara al alma para el misterio: entrar en comunión con el cielo, donde Cristo intercede por nosotros.