2 de Junio del 2024 – IX Domingo del Tiempo Ordinario

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~ RITOS INICIALES ~

ANTÍFONA DE ENTRADA   Sal 24, 16. 18

Mírame, Señor, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ve mi pequeñez y mis trabajos, y perdona todos mis pecados, Dios mío.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, cuya providencia no se equivoca en sus designios, te rogamos humildemente que apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún daño y nos concedas lo que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

~ LITURGIA DE LA PALABRA ~

PRIMERA LECTURA

Deuteronomio 5, 12 – 15

Guarda el día del sábado, santificándolo, como el Señor, tu Dios, te ha mandado. Durante seis días trabaja y haz tus tareas; pero el día séptimo es día de descanso dedicado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni tu ganado, ni el emigrante que viva en tus ciudades, para que descansen como tú, el esclavo y la esclava. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que te sacó de allí el Señor, tu Dios, con mano fuerte y con brazo extendido. Por eso te manda el Señor, tu Dios, guardar el día del sábado

SALMO RESPONSORIAL    Del salmo 80, 3-4. 5-6ab. 6c-8a. 10-11b

R. El Señor es nuestra fortaleza.

Entonemos un canto al son de las guitarras y del arpa. Que suene la trompeta en esta fiesta, que conmemora nuestra alianza. R. El Señor es nuestra fortaleza.

Porque ésta es una ley en Israel, es un precepto que el Dios de Jacob estableció para su pueblo, cuando lo rescató de Egipto. R. El Señor es nuestra fortaleza.

Oyó Israel palabras nunca oídas: “He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré. R. El Señor es nuestra fortaleza.

No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros. Pues yo, el Señor, soy el Dios tuyo, el que te sacó de Egipto, tu destierro”. R. El Señor es nuestra fortaleza.

SEGUNDA LECTURA

Segunda carta a los Corintios 4, 6-11

El mismo Dios que mandó a la luz brillar en las tinieblas, es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que en nosotros se irradie la gloria de Dios, como brilla en el rostro de Cristo.

Ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea bien que ese poder extraordinario procede de Dios y no de nosotros.

Por todas partes nos aprietan, pero no nos aplastan; andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no aniquilados; siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús. Continuamente nosotros, los que vivimos, estamos expuestos a la muerte por causa de Jesús, de modo que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.      
 

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO. 

R. Aleluya, aleluya.  Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad R. Aleluya, aleluya.

EVANGELIO

Marcos 2, 23 – 3, 6

Un sábado mientras atravesaba unos campos de trigo los discípulos se pusieron a arrancar espigas.
  Los fariseos le dijeron:
   —Mira lo que hacen en sábado: ¡Algo prohibido!
  Jesús les responde:
   —¿No han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros pasaban necesidad y estaban hambrientos? Entró en la casa de Dios, siendo sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes consagrados, que pueden comer sólo los sacerdotes, y los compartió con sus compañeros.
  Y añadió:
   —El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del Hombre es Señor también del sábado.

Entró otra vez en la sinagoga, donde había un hombre que tenía la mano paralizada. Los fariseos lo vigilaban para ver si lo sanaba en sábado, con intención de acusarlo.
  Dijo Jesús al hombre de la mano paralizada:
   —Ponte en medio.
  Y les preguntó a ellos:
   —¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar la vida o dar muerte?
   Ellos callaban. Entonces Jesús los miró indignado, aunque entristecido por la dureza de sus corazones y dijo al hombre:
   —Extiende la mano.
   El hombre la extendió y la mano quedó sanada. Los fariseos salieron inmediatamente y deliberaron con los herodianos cómo acabar con él.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Llenos de confianza en tu bondad, acudimos, Señor, ante tu santo altar trayéndote nuestros dones, a fin de que, purificados por tu gracia, quedemos limpios por los mismos misterios que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mc 11, 23. 24

Cualquier cosa que pidan en la oración, crean ustedes que ya se la han concedido, y la obtendrán, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Dirige, Señor, con tu Espíritu, a quienes nutres con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, para que, dando testimonio de ti, no sólo de palabra, sino con las obras y de verdad, merezcamos entrar en el reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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