Antífona De Entrada Cfr.Est 4, 17
En tu voluntad, Señor, está puesto el universo, y no hay quien pueda resistirse a ella. Tú hiciste todo, el cielo y la tierra, y todo lo que está bajo el firmamento; tú eres Señor del universo.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que en la abundancia de tu amor sobrepasas los méritos y aun los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nustro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Lectura del profeta Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme?
¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la opresión?
Ante mí no hay más que asaltos y violencias, y surgen rebeliones y desórdenes.
El Señor me respondió y me dijo:
“Escribe la visión que te he manifestado, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido. Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe”.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras”.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
SEGUNDA LECTURA
De la Segunda Carta a Timoteo 1, 6-8. 13-14
Querido hermano: Te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación.
No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Conforma tu predicación a la sólida doctrina que recibiste de mí acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio 1 Pedro 1, 25
R/. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios permanece para siempre. Y ésa es la palabra que se les ha anunciado.
R/. Aleluya, aleluya.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 17, 5-10
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.
¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra en seguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?
Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ “.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
HOMILÍA
“¡Auméntanos la fe!” Nos sentimos desvalidos ante la incontenible violencia en nuestro país.
“¡Auméntanos la fe!” ¿Qué hacer ante tantos amigos y familiares deportados de los Estados Unidos?
“¡Auméntanos la fe!” ¿Cómo detener la droga, la indiferencia, la falta de solidaridad que afecta a mucho de nuestro pueblo?
“¡Auméntanos la fe!” Y toca el corazón del ejército israelí para que deje fluir la ayuda hacia Gaza de parte de las decenas de barcos que navegaban hacia aquel sufrido lugar.
“¡Auméntanos la fe!” Ayúdanos a saber, a encontrar nuestros familiares y amigos desaparecidos.
“¡Auméntanos la fe!” No sabemos cómo animar a nuestros hijos a que se acerquen a la Iglesia.
“¡Auméntanos la fe!” No puedo manejar mi depresión, mi falta de salud, mis propias debilidades…
Todo esto que hoy nos causa tanto dolor, tanta incertidumbre y tanta tristeza, ha sido recurrente a lo largo de la historia. Habacuc lo lamentó hace miles de años: “¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme? ¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la opresión? Ante mí no hay más que asaltos y violencias, y surgen rebeliones y desórdenes”. La petición es la misma: “¡Auméntanos la fe!”
¿Será que nos podrá aumentar la fe el Señor? ¿Se trata de aumentarla o de empezar a tenerla? ¿Qué significa dicha fe? Ciertamente, no es magia; no es una fe que resuelve todo de un solo soplido. No es tener una serie de reglas, de dogmas, de escritos a los cuales aferrarnos y vivir bajo los designios de un deber ser. Tampoco es una fe de pisa y corre, que se arma en un santiamén y que basta con pedirla cuando uno la necesita. Por supuesto, no es una fe que suponga premio o castigo a lo vivido y realizado con anterioridad. ¿Qué es la fe?
Primero es tener un fuerte fundamento, preciso, claro, profundo, en quién creer, en quién confiarse. Y ese fundamento es solo Jesús. Fe, para nosotros los cristianos, es amar profundamente a Jesús, conocerlo, entenderlo, amarlo y seguirlo. Solo teniéndolo como referencia es como podremos lograr no solo un aumento de fe, sino simple y sencillamente, tener fe. Por eso es necesaria una relación cercana con él, incrementar nuestros espacios de oración, de comunicación íntima e interpersonal. Saber que podemos confiar al cien por ciento en Él. Como le dijo Pablo a Timoteo: “Conforma tu predicación a la sólida doctrina que recibiste de mí acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús”.
Segundo, si confiamos en Jesús, es que le apostamos a toda mujer, a todo hombre, a esta realidad completa, tal como es. Tenemos fe cuando nos dedicamos a construir un mundo humano y de amor, una nueva realidad, y no a estar destruyéndola; es apostar por la vida y no por la muerte, por el amor y no por el odio, por la unidad y no por la división.
Tercero, tener fe es creer en los otros, en que sí es posible hacer juntos, como Iglesia, como organización social, como amigos o familia, ese algo distinto, esa nueva realidad, con servicio, amor, humildad. Que, como dice el Salmo, nos acerquemos a él, llenos de júbilo, y dándole gracias… pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas… Somos su rebaño, tenemos que creérnosla y trabajar juntos.
Cuarto, tener conciencia plena de que “no somos más que siervos, solo hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Tener fe es caminar con humildad, sabernos muy queridos por Dios y, por lo mismo, haber recibido como regalo suyo una multitud de cualidades, capacidades, perspectivas, iniciativas que nos dan posibilidades de hacer nuestro mundo bello, nuestras relaciones humanas, nuestros pueblos y culturas aceptadas, incluidas. Una fe que lo que importa no es la cantidad, sino su calidad. Por lo mismo, es necesario cuidar en el corazón de cada uno, una fe viva, fuerte y eficaz.
Quinto, la fe es proceso. No se da de un día para otro. Como una pequeña semilla de mostaza, se siembra, y poco a poco, desde su propio interior, va creciendo. Con confianza la regamos, la cuidamos, la fortalecemos y con esa misma fe, tenemos la seguridad de que algún día será ese árbol frondoso al que le diremos: ‘Arráncate de raíz y plantate en el mar’, y con seguridad nos obedecerá.
A fin de cuentas, “aumentanos la fe” significa que sí queremos vivir como Jesús: luchar por un mundo sin violencia, apoyándonos para que no falte el pan en toda mesa, cuidando a nuestros jóvenes, a los deprimidos y a los indefensos del mundo. Auméntanos la fe; supone trabajar y orar en la Iglesia, unirnos como los pacifistas rumbo a Israel, en búsqueda de derechos humanos para todas y todos, dejar que las cosas se den a su debido tiempo, pero sin cejar en su búsqueda.
Como dice Serrat en alguna de sus canciones, “sin prisa, pero sin pausa”. O en palabras de Habacuc: “Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe”. Tengo fe. Ya falta mes y medio para tener entre nosotros, en Chihuahua, a José María R. Olaizola SJ. Otra bella poesía, ahora nos ayuda a aumentar nuestra fe.
Fe
Por la fe
será distinta
la vida.
Por la fe,
resistirá la esperanza.
Por la fe, plantaremos
cara a lo ingrato, lo vacío,
lo absurdo.
Por la fe derribaremos
gigantes,
devolveremos la vida
a los muertos.
Por la fe espantaremos
a la soledad y al miedo.
Por la fe abriremos la puerta
al extraño.
Por la fe quemaremos las naves
para adentrarnos en la tierra nueva
donde Tú nos esperas.
El justo vivirá por la fe…
P. José Luis Serra, S.J.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, al Señor que escuche nuestras súplicas y acoja nuestras peticiones. Digamos confiadamente R/. Te rogamos, Señor.
Oremos a Dios Padre por el Papa León XIV, por nuestro obispo N., y por todos aquellos a los que se han confiado nuestras almas; que nuestro Señor les dé la fuerza y sabiduría para dirigir y gobernar santamente las comunidades que les han sido encomendadas y puedan así dar buena cuenta cuando se les pida. Roguemos al Señor.
Oremos también para que Dios nos conceda la paz; que él, que es la verdadera paz y el origen de toda concordia, transmita la paz del cielo a la tierra, la paz espiritual para nuestras almas y la paz temporal para nuestros días. Roguemos al Señor.
Pidamos por los que se esfuerzan en seguir las sendas del Evangelio, para que nuestro Señor los mantenga en este santo propósito hasta el fin de sus días; oremos también por los que viven en pecado, para que nuestro Señor les dé la gracia de convertirse, hacer penitencia y purificarse en el sacramento del perdón y alcanzar así la salvación eterna. Roguemos al Señor.
Oremos, finalmente, a Dios nuestro Señor por los fieles difuntos, que han salido ya de este mundo, especialmente por nuestros familiares, amigos y bienhechores, para que el Señor, por su gran misericordia, los reciba en su gloria y los coloque entre los santos y elegidos. Roguemos al Señor.
Dios nuestro, que al darnos la vocación cristiana nos pides estar siempre dispuestos a anunciar el Evangelio por todo el mundo, escucha nuestras oraciones y concédenos aquella valentía y libertad apostólicas que son necesarias para hacer presente en el mundo tu palabra de amor y tu mensaje de paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio que tú mismo nos mandaste ofrecer, y, por estos sagrados misterios, que celebramos en cumplimiento de nuestro servicio, dígnate llevar a cabo en nosotros la santificación que proviene de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lam 3, 25
Bueno es el Señor con los que en él confían, con aquellos que lo buscan.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios omnipotente, saciados con este alimento y bebida celestiales, concédenos ser transformados en aquel a quien hemos recibido en este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.