18 de Junio de 2023 – XI Domingo del Tiempo Ordinario

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ANTIFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 26, 7. 9

Oye, Señor, mi voz y mis clamores. Ven en mi ayuda, no me rechaces, ni me abandones, Dios, salvador mío.

Se dice Gloria

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan, acude, bondadoso, a nues­tro llamado y, puesto que sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que, en el cumplimiento de tu volun­tad, te agrademos siempre con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo…

MONICIÓN

El Señor liberó a su pueblo de los egipcios y lo levantó, para llevarlo hacia él. Pero Dios pide a Moisés que su pueblo lo escuche y guarde su alianza, para sea su especial tesoro y se convierta en un reino de sacerdotes y en una nación consagrada.

PRIMERA LECTURA

Serán para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada. Del libro del Éxodo: 19, 2-6

En aquellos días, el pueblo de Israel salió de Refidim, llegó al desierto del Sinaí y acampó frente al monte. Moisés subió al monte para hablar con Dios. El Señor lo llamó desde el monte y le dijo: “Esto dirás a la casa de Jacob, esto anunciarás a los hijos de Israel: ‘Ustedes han visto cómo cas­tigué a los egipcios y de qué manera los he levantado a ustedes sobre alas de águila y los he traído a mí. Ahora bien, si escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi especial tesoro entre todos los pueblos, aunque toda la tierra es mía. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación consagrada’”.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 99

R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.    
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.

Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.

Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su miseri­cordia y su fidelidad nunca se acaba. R. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo.

Monición

San Pablo nos habla de la prueba suprema de que Dios nos ama, a pesar de nuestros pecados: Cristo murió por nosotros. Y concluye que ahora, que hemos sido ya reconciliados, participaremos más abundantemente de la vida de su Hijo.

SEGUNDA LECTURA

Si la muerte de Cristo nos reconcilió con Dios, mucho más nos reconciliará su vida.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 5, 6-11

Hermanos: Cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.         

Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con mucho más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo. Y no sólo esto, sino que también nos gloria­mos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R. Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios ya está cerca, dice el Señor. Conviértanse y crean en el Evangelio. R.

EVANGELIO

MONICIÓN

Nuestro Señor escoge a doce apóstoles para que vayan a procla­mar el Reino de los cielos. Los envía con un poder gratuito que ellos han de ejercer gratuitamente.

Jesús envió a sus doce apóstoles con instrucciones.

Del santo Evangelio según san Mateo: 9, 36-10, 8

En aquel tiempo, al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pas­tor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los traba­- jadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.

Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.

Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tie­rra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gra­tuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, hermanos, al Señor, que conoce y sabe cuáles son las verdaderas necesidades de los hombres. Después de cada petición diremos: Padre, escúchanos,

  • Oremos por la santa Iglesia, para que Dios, nuestro Señor, aumente el número de sus fieles, aleje de ella toda división y escuche las ple­garias que le dirigen todos los cristianos del mundo. Oremos. Padre, escúchanos,
  • Oremos por los gobernantes de nuestra patria y de todos los pue­blos, para que Dios les dé sabiduría y fuerza para gobernar y dirigir con paz y justicia el pueblo que tienen encomendado. Oremos, Padre, escúchanos,
  • Oremos por los refugiados, que han tenido que dejar su patria, para que nuestro Señor les conceda encontrar lugares más seguros para vivir y desarrollarse. Oremos, Padre, escúchanos,
  • Oremos por los papás, para que den buen testimonio en todas partes del amor del Padre por nosotros, especialmente en su familia. Oremos, Padre, escúchanos,
  • Oremos por quienes hoy nos hemos reunido aquí en su nombre: para que nuestro Señor escuche benignamente nuestras oraciones. Oremos. Padre, escúchanos,

Dios nuestro, escucha las oraciones de tu pueblo y concédenos vivir en plena unión contigo, tanto en el sacrificio de alabanza como en el servi­cio a nuestros hermanos, para que así lleguemos a ser delante de los hom­bres anunciadores y testigos del Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Tú que con este pan y este vino que te presentamos das al género humano el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo renueva, concédenos, Señor, que nunca nos falte esta ayuda para el cuerpo y el alma. Por Jesu­cristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 26, 4

Una sola cosa he pedido y es lo único que busco, habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que esta santa comunión, que acabamos de recibir, así como signi­fica la unión de los fieles en ti, así también lleve a efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

30 de Abril de 2023 – IV Domingo de Pascua

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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 32, 5-6 La tierra está llena del amor del Señor y su palabra hizo los cielos. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que tu rebaño, a pesar de su fragilidad, llegue también a donde lo precedió su glorioso Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA
[Dios lo ha constituido Señor y Mesías.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14. 36-41

El día de Pentecostés, se presentó Pedro junto con los Once ante la multitud y levantando la voz, dijo: “Sepa todo Israel con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado”.

Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” Pedro les contestó: “Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos”.

Con éstas y otras muchas razones, los instaba y exhortaba, diciéndoles: “Pónganse a salvo de este mundo corrompido”. Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL del salmo 22, 1-3a.3b-4.5.6

R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me dan seguridad. R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya

SEGUNDA LECTURA

[Han vuelto ustedes al pastor y guardián de sus vidas.]

De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20-25

Hermanos: Soportar con paciencia los sufrimientos que les vienen a ustedes por hacer el bien, es cosa agradable a los ojos de Dios, pues a esto han sido llamados, ya que también Cristo sufrió por ustedes y les dejó así un ejemplo para que sigan sus huellas.

Él no cometió pecado ni hubo engaño en su boca; insultado, no devolvió los insultos; maltratado, no profería amenazas, sino que encomendaba su causa al único que juzga con justicia; cargado con nuestros pecados, subió al madero de la cruz, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.

Por sus llagas ustedes han sido curados, porque ustedes eran como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas. Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 10, 14

R. Aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. R. Aleluya.

EVANGELIO

[Yo soy la puerta de las ovejas.]
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Palabra del Señor.

Se dice Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos misterios pascuales que celebramos, para que, continuamente renovados por su acción, se conviertan para nosotros en causa de eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Buen Pastor, vela con solicitud por tu rebaño y dígnate conducir a las ovejas que redimiste con la preciosa sangre de tu Hijo, a las praderas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

2 de Abril del 2023 – Domingo de Ramos

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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Jn 12, 1. 12-13; Sal 23, 9-10 Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró a la ciudad de Jerusalén, salieron los niños a su encuentro y llevando en sus manos ramos de palmera aclamaban con fuerte voz: * Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. – Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. *Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

No se dice Gloria.

PRIMERA LECTURA

[No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.]
Del libro del profeta Isaías 50, 4-7

En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL del salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24.

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre”. R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel. R.

SEGUNDA LECTURA

[Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó.]
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses 2, 6-11

Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2, 8-9

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

EVANGELIO

Mt 26, 14—27. 66; forma breve: 27, 11-54

Cuando la lectura se hace alternada:
C = Cronista; S = “Sinagoga”; y
= Cristo

Puede elegirse la lectura breve de la Pasión por razones pastorales *

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:
S “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?”.
C Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo… El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
S “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. C El respondió:
“Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’ “.
C
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo:
“Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”.
C
Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:
S “¿Acaso soy yo, Señor?”.
C
El respondió:
“El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”.
C
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S “¿Acaso soy yo, Maestro?”.
C Jesús le respondió:
“Tú lo has dicho”.
C
Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
“Tomen y coman. Este es mi Cuerpo”.
C
Luego tomó en sus manos una copa de vino, y pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discípulos, diciendo:
“Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón de los pecados. Les digo que ya no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre”.
C
Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
“Todos ustedes se van a escandalizar de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea”.
C
Entonces Pedro le replicó:
S “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”.
C Jesús le dijo:
“Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces”.
C
Pedro le replicó:
S “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré”.
C Y lo mismo dijeron todos los discípulos.
Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a los discípulos:
“Quédense aquí mientras yo voy a orar más allá”.
C
Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo:
“Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense aquí y velen conmigo”.
C
Avanzó unos pasos más, se postró rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo:
“Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no se haga como yo quiero, sino como quieres tú”.
C
Volvió entonces a donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: “¿No han podido velar conmigo ni una hora? Velen y oren, para no caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil”.
C
Y alejándose de nuevo, se puso a orar, diciendo: “Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad”.
C
Después volvió y encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a orar de nuevo, por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después de esto, volvió a donde estaban los discípulos y les dijo:

“Duerman ya y descansen. He aquí que llega la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está aquí el que me va a entregar”.
C Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce, seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les había dado esta señal:
S “Aquel a quien yo le dé un beso, ése es. Aprehéndanlo”.
 
C Al instante se acercó a Jesús y le dijo:
S “¡Buenas noches, Maestro!”.
C Y lo besó… Jesús le dijo:
“Amigo, ¿es esto a lo que has venido?”.
C
Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron. Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó una oreja. Le dijo entonces Jesús:
“Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a espada morirá. ¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, él pondría ahora mismo a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras, que dicen que así debe suceder?”
C
Enseguida dijo Jesús a aquella chusma:
“¿Han salido ustedes a apresarme como a un bandido, con espadas y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el templo, y no me aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las predicciones de los profetas”.
C Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello… Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando un falso testimonio contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo encontraron, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Al fin llegaron dos, que dijeron:
S “Este dijo: ‘Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días’ “.
C Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo:
S “¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan en contra tuya?”.
C Como Jesús callaba, el sumo sacerdote le dijo:
S “Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”.
C Jesús le respondió:
“Tú lo has dicho. Además, yo les declaro que pronto verán al Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios, venir sobre las nubes del cielo”.
C
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S “¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?”.
C Ellos respondieron: 2 de abril de 2023
S “Es reo de muerte”.
C Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle de bofetadas… Otros lo golpeaban, diciendo:
S “Adivina quién es el que te ha pegado”.
C Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio… Una criada se le acercó y le dijo:
S “Tú también estabas con Jesús, el galileo”.
C Pero él lo negó ante todos, diciendo:
S “No sé de qué me estás hablando”.
C Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo vio otra criada y dijo a los que estaban ahí:
S “También ése andaba con Jesús, el nazareno”.
C Él de nuevo lo negó con juramento:
S “No conozco a ese hombre”.
C Poco después se acercaron a Pedro los que estaban ahí y le dijeron:
S “No cabe duda de que tú también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata”.
C Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo… Entonces se acordó Pedro de que Jesús había dicho: ‘Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces’. Y saliendo de ahí se soltó a llorar amargamente.
Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Después de atarlo, lo llevaron ante el procurador, Poncio Pilato, y se lo entregaron.
Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo:
S “Pequé, entregando la sangre de un inocente”.
C Ellos dijeron:
S ¿Y a nosotros qué nos importa? Allá tú”.
C Entonces Judas arrojó las monedas de plata en el templo, se fue y se ahorcó.
Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron:
S “No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas, porque son precio de sangre”.
C Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el día de hoy “Campo de sangre”.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata en que fue tasado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del alfarero, según lo que me ordenó el Señor.

* Comienza la lectura breve

C Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:
S “¿Eres tú el rey de los judíos?”
C Jesús respondió:
“Tú lo has dicho”.
C
Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato:
S “¿No oyes todo lo que dicen contra ti?”.
C
Pero él nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado… Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos: S “¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?”.
C Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia… Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:
S “No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa”.
C Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así, cuando el procurador les preguntó:
S “¿A cuál de los dos quieren que les suelte?”.
C ellos respondieron:
S “A Barrabás”.
C Pilato les dijo:
S “¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?”.
 
C Respondieron todos:
S “Crucifícalo”.
C Pilato preguntó:

S “Pero, ¿qué mal ha hecho?”.
C Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza:
S “¡Crucifícalo!”.
C Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto, pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:
S “Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes”.
C Todo el pueblo respondió:
S “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
C Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a todo el batallón… Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose ante él, se burlaban diciendo:
S “¡Viva el rey de los judíos!”,
C y le escupían.
Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz… Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, “Lugar de la Calavera”, le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para custodiarlo… Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: ‘Este es Jesús, el rey de los judíos’. Juntamente con él, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
S “Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”.
C También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, diciendo:
S “Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él… Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues él ha dicho: ‘Soy el Hijo de Dios’ “.
C Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:
“Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?”,
C
que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”… Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S “Está llamando a Elías”.
C Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le dijeron:
S “Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo”.
C Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

[Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes].

C Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente.

Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron:
S “Verdaderamente éste era Hijo de Dios”.
Fin de la lectura breve
C
Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que se lo entregaran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo, que había hecho excavar en la roca para sí mismo. Hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se retiró… Estaban ahí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
Al otro día, el siguiente de la preparación de la Pascua, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron:
S “Señor, nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en vida, dijo: ‘A los tres días resucitaré’… Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: ‘Resucitó de entre los muertos’, porque esta última impostura sería peor que la primera”.
C Pilato les dijo:
S “Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como ustedes quieran”.
C Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la puerta y dejaron ahí la guardia. Palabra del Señor.

Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. También se puede guardar un momento de silencio. Se dice Credo y se hace la oración universal.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único, lo recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO: La Pasión del Señor.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

El cual, siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación.

Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo…

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26, 42 Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

15 De Enero De 2023 – II Domingo Del Tiempo Ordinario

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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 4

Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

[Te hago luz de las naciones, para que todos vean mi salvación.]

Del libro del profeta Isaías 49, 3. 5-6

El Señor me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”.

Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo –tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza–. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmo 39, 2 y 4ab.7-8a.8b-9.10

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Esperé en el Señor con gran confianza, él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy”. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.  

SEGUNDA LECTURA

[La gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús.]

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 1, 1-3

Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sostenes, mi colaborador, saludamos a la comunidad cristiana que está en Corinto. A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo, así como a todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro y Señor de ellos, les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.

Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 1, 14. 12

R. Aleluya, aleluya.

Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios. R. Aleluya.

EVANGELIO

[Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.]

Del santo Evangelio según san Juan 1, 29-34

En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: “Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel”.

Entonces Juan dio este testimonio: “Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Palabra del Señor.

Se dice Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, participar dignamente en estos misterios, porque cada vez que se celebra el memorial de este sacrificio, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 22, 5

Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado mi copa hasta los bordes.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el pan del cielo, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

31 De Diciembre Del 2022 – Día VII De la Octava de Navidad

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ANTÍFONA DE ENTRADA Is 9, 6 Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el imperio y su nombre será Ángel del gran consejo.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Ayuda, Señor, a tu pueblo, que confía en la intercesión del Papa san Silvestre, para que la vida presente transcurra bajo tu guía, y merezcamos alcanzar felizmente la eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

[Han recibido ustedes la unción del Espíritu Santo.] De la primera carta del apóstol san Juan 2, 18-21

Hijos míos: Esta es la última hora. Han oído ustedes que iba a venir el anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido ya, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora.

De entre ustedes salieron, pero no eran de los nuestros; pues si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para que se pusiera de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros.

Por lo que a ustedes toca, han recibido la unción del Espíritu Santo y tienen así el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira viene de la verdad. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL del salmo 95, 1-2a, 11-12a, 12b-13ab R. Alégrense los cielos y la tierra.

Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo, proclamemos su amor día tras día. R. Alégrense los cielos y la tierra.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo R. Alégrense los cielos y la tierra.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones. R. Alégrense los cielos y la tierra.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 1, 14. 12

R. Aleluya, aleluya.

Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios. R. Aleluya.

EVANGELIO

[Aquel que es la Palabra se hizo hombre.] Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado. Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor Dios, fuente de toda devoción sincera y de la paz, concédenos honrar de tal manera tu majestad con estos dones, que, al participar en estos santos misterios, todos quedemos unidos en un mismo sentir. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Jn 4, 9 Dios envió al mundo a su Hijo unigénito, para que vivamos por él.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Señor, que tu pueblo, al que acompañas con variados auxilios, obtenga de tu misericordia la ayuda presente y la futura, para que, mientras se afana en procurar el necesario consuelo de las cosas pasajeras, más confiadamente aspire a las eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.