El patriarca Abrán experimenta un estado alterado en nuestra lectura de Génesis: por medio de una visión y un sueño profundo, que traen consigo un sentido de temor y la experiencia de una oscuridad profunda, el patriarca entra en una alianza con Dios.
Así mismo, los discípulos son transportados a un estado alterado en el Evangelio de Lucas: por medio de la experiencia de luz y gloria que les permite la transfiguración de Jesús, Pedro, Santiago y Juan llegan a reconocer la divinidad de su Maestro.
En ambos casos, vemos que se necesita algo más de lo que se hace pasar por una perspectiva “normal” en nuestro mundo si queremos encontrar a Dios. El Señor no es como cualquier otra persona. Necesitamos una perspectiva distinta en un sentido, podemos llamarla un “estado alterado” para poder discernirlo en medio de nuestras vidas.