ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 2, 16
Llegaron los pastores a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño recostado en un pesebre.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que te dignaste dejarnos el más perfecto ejemplo en la Sagrada Familia de tu Hijo, concédenos benignamente que, imitando sus virtudes domésticas y los lazos de caridad que la unió, podamos gozar de la eterna recompensa en la alegría de tu casa. Por nuestro Señor Jesucristo ….
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El que teme al Señor. honra a sus padres.
Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 3, 3-7.14-17
El Señor honra al padre en los hijos y respalda la autoridad de la madre sobre ellos. El que honra a su padre queda limpio de pecado; y acumula tesoros, el que respeta a su madre.
Quien honra a su padre, encontrará alegría en sus hijos y su oración será escuchada; el que enaltece a su padre, tendrá larga vida y el que obedece al Señor, es consuelo de su madre.
Hijo, cuida de tu padre en la vejez y en su vida no le causes tristeza; aunque se debilite su razón, ten paciencia con él y no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor. El bien hecho al padre no quedará en el olvido y se tomará a cuenta de tus pecados. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 127, 1-2. 3. 4-5.
R/. Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien. R/.
Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa. R/.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor: “Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida”. R/.
SEGUNDA LECTURA
La vida en familia, de acuerdo con el Señor.
De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 3, 12-21
Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados, como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.
Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan. Con el corazón lleno de gratitud, alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales; y todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.
Mujeres, respeten la autoridad de sus maridos, como lo quiere el Señor. Maridos, amen a sus esposas y no sean rudos con ellas. Hijos, obedezcan en todo a sus padres, porque eso es agradable al Señor. Padres, no exijan demasiado a sus hijos, para que no se depriman. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Col 3, 15. 16
R/. Aleluya, aleluya.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo; que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. R/.
EVANGELIO
El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 22-40
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentado al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, a Jesucristo, el Señor, que, para santificar la familia, quiso compartir la vida de un hogar humano:
Para que el Señor, que quiso participar de la vida de la familia en el hogar de María y José, mantenga en paz y armonía a todas las familias cristiana, roguemos al Señor.
Para que los novios sientan la presencia de Dios en la vivencia de su amor mutuo y se preparen sanamente para su matrimonio, roguemos al Señor.
Para que Dios ilumine y consuele a las familias desunidas, a los esposos que han de vivir separados por causa del trabajo, a los hijos de los divorciados, a los hogares sin hijos y a los que lloran la muerte de sus familiares, roguemos al Señor.
Para que nos esforcemos por vivir en paz y armonía con nuestros familiares (con los miembros de nuestra comunidad), superando con bondad, comprensión y caridad fraterna nuestras mutuas desavenencias, roguemos al Señor.
Señor Dios nuestro, que has querido que tu Hijo, engendrado antes de todos los siglos, fuera miembro de una familia humana, escucha nuestras súplicas y haz que los padres y madres de familia participen de la fecundidad de tu amor, y que sus hijos crezcan en sabiduría, entendimiento y gracia ante ti y ante los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación, y te pedimos humildemente que, por la intercesión de la Virgen Madre de Dios y de san José, fortalezcas nuestras familias en tu gracia y en tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-III de Navidad, MR, pp. 493-495 (489-491).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Bar 3, 38
Nuestro Dios apareció en el mundo y convivió con los hombres.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre misericordioso, haz que, reanimados con este sacramento celestial, imitemos constantemente los ejemplos de la Sagrada Familia, para que, superadas las aflicciones de esta vida, consigamos gozar eternamente de su compañía. Por Jesucristo, nuestro Señor.