25 de Junio de 2023 – XII Domingo del Tiempo Ordinario

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ANTIFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 27, 8-9

El Señor es la fuerza de su pueblo, defensa y salvación para su Ungido. Sálvanos, Señor, vela sobre nosotros y guíanos siempre.

Sedice Gloria

ORACIÓN COLECTA

Señor, concédenos vivir siempre en el amor y respeto a tu santo nombre, ya que jamás dejas de proteger a quienes estableces en el sólido funda­ mento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo…

MONICIÓN

Escuchemos hoy, en la primera lectura, la palabra angustiada del profeta Jeremías, que pide a Dios que le proteja de los que le per­ siguen. El profeta, como Jesús en el evangelio, proclama su total confianza en la salvación de Dios.

PRIMERA LECTURA
El Señor ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados.

 Del libro del profeta Jeremías: 20, 10-13

En aquel tiempo, dijo Jeremías: “Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: ‘Terror por todas partes. Denunciemos a Jeremías, vamos a denunciarlo’. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, espera­ban que tropezara y me cayera, diciendo: ‘Si se tropieza y se cae, lo vence­remos y podremos vengarnos de él’.

Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis perse­guidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.

Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más pro­fundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.

Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados”.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 68

R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Por ti he sufrido oprobios y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.

A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame con­ forme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro. Escúchame, Señor, pues eres bueno y en tu ternura vuelve a mí tus ojos. R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Se alegrarán, al verlo, los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado. Que lo alaben por esto cielo y tierra, el mar y cuanto en él habita. R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.

MONICIÓN

San Pablo, en la segunda lectura, también nos habla de salvación. Por Jesús, hemos sido liberados del pecado.

SEGUNDA LECTURA


El
don de Dios supera con mucho al delito.


De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 5, 12-15

Hermanos: Así como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, así la muerte llegó a todos los hom­bres, por cuanto todos pecaron.

Antes de la ley de Moisés ya había pecado en el mundo y, si bien es cierto que el pecado no se imputa cuando no hay ley, sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre aquellos que no pecaron con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir.

Ahora bien, con el don no sucede como con el delito, porque si por el delito de uno solo murieron todos, ¡cuánto más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos!


Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO C/r. Jn 15, 26.

R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí, dice el Señor, y ustedes también darán testimonio. R. Aleluya, aleluya.

MONICIÓN

Jesús dice a sus apóstoles que no tengan miedo a los hombres, ya que algún día todos los secretos serán revelados, y cuando envía a los apóstoles a predicar el Evangelio, les dice que no teman, ya que, si son fieles, él será su apoyo ante el Padre.

EVANGELIO
No
tengan miedo a los que matan el cuerpo.

Del santo Evangelio según san Mateo: 10, 26-33

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pája­ros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo recono­ceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos”.

Palabra del Señor. R. Gloría a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Elevemos, hermanos, nuestros ojos al Señor y esperemos, confiados, su ayuda salvífica. Después de cada petición diremos: Padre, escúchanos.

  • Por el Papa Francisco, sucesor del apóstol Pedro, que el martes cum­plirá 31 años de haber sido ordenado obispo. Para que la fuerza del Espíritu Santo le acompañe siempre en su misión. Oremos,
  • Por el buen tiempo, por el fruto de las investigaciones de los estu­diosos. Para que redunde en la prosperidad del trabajo de todos. Oremos.
  • Por los gobernantes de los países más poderosos del mundo. Para que utilicen su poder al servicio de la paz, de la concordia y del bienes­tar de todos los hombres y mujeres del mundo entero. Oremos,
  • Por los niños y jóvenes que en estos días terminan el curso escolar, y por sus maestros y profesores. Para que el trabajo que han llevado a cabo a lo largo del año dé un buen fruto. Oremos,
  • Por nosotros. Para que vivamos con un espíritu siempre abierto al amor de Dios y demos testimonio de él en toda ocasión. Oremos.

Señor Jesucristo, que has confiado a nuestras débiles fuerzas el anun­cio profético de tu Palabra, escucha las oraciones de tu pueblo y sostennos con la fuerza de tu Espíritu, para que confesemos con valentía tu nombre ante los hombres, y merezcamos así el premio de la vida eterna. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza y concédenos que, purificados por su eficacia, podamos ofrecerte el entrañable afecto de nuestro corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 144, 15

Los ojos de todos esperan en ti, Señor; y tú les das la comida a su tiempo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados, Señor, por el alimento del sagrado Cuerpo y la preciosa San­gre de tu Hijo, concédenos que lo que realizamos con asidua devoción lo recibamos convertido en certeza de redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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