Los fieles […], participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella. Y así, sea por la oblación o sea por la sagrada comunión, todos tienen en la celebración litúrgica una parte propia, no confusamente, sino cada uno de modo distinto. Más aún, confortados con el cuerpo de Cristo en la sagrada liturgia eucarística, muestran de un modo concreto la unidad del Pueblo de Dios, significada con propiedad y maravillosamente realizada por este augustísimo sacramento.

LG 11

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 80, 17 Alimentó a su pueblo con lo mejor del trigo y lo sació con miel sacada de la roca. 

Se dice Gloria. 

ORACIÓN COLECTA 

Señor nuestro Jesucristo, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. 

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, ofreció pan y vino. Era sacerdote del Dios Altísimo, y bendijo a Abrahán diciendo: “¡Bendito sea Abrahán de parte del Dios Altísimo, que creó el cielo y la tierra y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus enemigos a tus manos!”. Y Abrahán le dio el diezmo de todo.

SALMO RESPONSORIAL del salmo 109 

R. Tú eres sacerdote para siempre. 

Esto ha dicho el Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha; yo haré de tus contrarios el estrado donde pongas los pies”. R. Tú eres sacerdote para siempre.  

Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso y tú dominarás al enemigo. R. Tú eres sacerdote para siempre. 

Es tuyo el señorío; el día en que naciste en los montes sagrados, te consagró el Señor antes del alba. R. Tú eres sacerdote para siempre. 

SEGUNDA LECTURA

De la primera carta de san Pablo a los  Corintios 11, 23-26

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros: Haced esto en memoria mía.” Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre: Haced esto, cada vez que lo bebáis, en memoria mía” Por eso, cada vez que coméis este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

SECUENCIA 

[Puede omitirse o puede recitarse en forma abreviada, comenzando por la estrofa:* “El pan que del cielo baja”

Al Salvador alabemos,
que es nuestro pastor y guía.
Alabémoslo con himnos
y canciones de alegría. 

Alabémoslo sin límites
y con nuestras fuerzas todas;
pues tan grande es el Señor,
que nuestra alabanza es poca. 

Gustosos hoy aclamamos
a Cristo, que es nuestro pan,
pues él es el pan de vida,
que nos da vida inmortal. 

Doce eran los que cenaban
y les dio pan a los doce.
Doce entonces lo comieron,
y, después, todos los hombres. 

Sea plena la alabanza
y llena de alegres cantos;
que nuestra alma se desborde
en todo un concierto santo. 

Hoy celebramos con gozo
la gloriosa institución
de este banquete divino,
el banquete del Señor. 

Esta es la nueva Pascua,
Pascua del único Rey,
que termina con alianza
tan pesada de la ley. 

Esto nuevo, siempre nuevo,
es la luz de la verdad,
que sustituye a lo viejo
con reciente claridad. 

En aquella última cena
Cristo hizo la maravilla
de dejar a sus amigos
el memorial de su vida. 

Enseñados por la Iglesia,
consagramos pan y vino,
que a los hombres nos redimen,
y dan fuerza en el camino. 

Es un dogma del cristiano
que el pan se convierte en carne,
y lo que antes era vino
queda convertido en sangre. 

Hay cosas que no entendemos,
pues no alcanza la razón;
mas si las vemos con fe,
entrarán al corazón. 

Bajo símbolos diversos
y en diferentes figuras,
se esconden ciertas verdades
maravillosas, profundas. 

Su sangre es nuestra bebida;
su carne, nuestro alimento;
pero en el pan o en el vino
Cristo está todo completo. 

Quien lo come, no lo rompe,
no lo parte ni divide;
él es el todo y la parte;
vivo está en quien lo recibe. 

Puede ser tan sólo uno
el que se acerca al altar,
o pueden ser multitudes:
Cristo no se acabará. 

Lo comen buenos y malos,
con provecho diferente;
no es lo mismo tener vida
que ser condenado a muerte. 

A los malos les da muerte
y a los buenos les da vida.
¡Qué efecto tan diferente
tiene la misma comida! 

Si lo parten, no te apures;
sólo parten lo exterior;
en el mínimo fragmento
entero late el Señor. 

Cuando parten lo exterior,
sólo parten lo que has visto;
no es una disminución
de la persona de Cristo. 

* El pan que del cielo baja
es comida de viajeros.
Es un pan para los hijos.
¡No hay que tirarlo a los perros! 

Isaac, el inocente,
es figura de este pan,
con el cordero de Pascua
y el misterioso maná. 

Ten compasión de nosotros,
buen pastor, pan verdadero.
Apaciéntanos y cuídanos
y condúcenos al cielo. 

Todo lo puedes y sabes,
pastor de ovejas, divino.
Concédenos en el cielo
gozar la herencia contigo.
Amén.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 6, 51 

R. Aleluya, aleluya. 

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre. R. Aleluya. 

EVANGELIO

Del Evangelio de san Lucas 9, 11 – 17

Las multitudes lo siguieron. Él las acogió, estuvo hablándoles del reinado de Dios y fue curando a los que lo necesitaban. Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle:

– Despide a la multitud, que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque esto es un descampado.

Él les contestó:

– Dadles vosotros de comer.

Replicaron ellos:

– ¡Si no tenemos más que cinco panes y dos peces! A menos que vayamos nosotros a comprar de comer para todo este pueblo.

Eran unos cinco mil hombres adultos. Jesús dijo a sus discípulos:

– Decidles que se echen en grupos de cincuenta.

Así lo hicieron, diciendo a todos que se echaran.

Y tomando él los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, los bendijo, los partió y se los dio a sus discípulos para que los sirvieran a la multitud.

Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras de los trozos: doce cestos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Señor, concede, bondadoso, a tu Iglesia, los dones de la unidad y de la paz, significados místicamente en las ofrendas que te presentamos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Prefacio II o I de la Eucaristía, pp. 521-520 [522-521] 

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 6, 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y 

yo en él, dice el Señor. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Concédenos, Señor Jesucristo, disfrutar eternamente del gozo de tu divinidad que ahora pregustamos, en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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